Monday, February 6, 2012

Memorias del 4 de Febrero de 1976



Recordar es volver a vivir

Vivía en la zona 10, en la propiedad de una familia muy adinerada. Mi padre era el encargado de cuidar las construcciones de esa familia, y ellos le habían dado una casa con terraza de concreto para vivir. El día 3 de Febrero del año 1976, mi madre había llegado a visitarnos (Ella vivía en Villa Nueva, Guatemala, en la casa de su propiedad), y fue justo esa misma noche, que mi hermano mayor llegó borracho de varias semanas de estar tomando. Su cuerpo temblaba sin control, y estaba cansado y buscando refugio en la familia. Mi madre le arregló una cama (un catre de aluminio), y lo acostó para que descansara. Fui por una botella de alcohol a la cantina de la esquina, y mi madre le preparó una bebida; según me explicó ella, eso le serviría para que se le pasara la borrachera. Mi hermano aún durmiendo temblaba, y la frágil cama de metal se movía haciendo un ruido constante. 

Esa noche hubo un temblor muy fuerte. Se sintió un movimiento oscilatorio en todo el cuarto alrededor. Había dejado una lata de jugo sobre la mesa, y en medio de la oscuridad, podía oír el movimiento de la lata de una lado a otro. Nos levantamos y nos juntamos fuera de la casa para salvaguardarnos del temblor. La casa no sufrió ningún daño, y después de unas horas de desvelo, volvimos a dormir con mucho miedo e incertidumbre.

Al despertar al día siguiente tomé el autobús (la camioneta), para salir rumbo a mi trabajo. Cuando me senté en la ventana, iba preocupado porque sentía que iba a llegar a tarde a la compañía donde laboraba. El bus siguió su ruta, y empecé a ver por la ventana casas derrumbadas, personas que estaban limpiando escombros, y grupos de vecinos hablando entre ellos. Se veía destrucción por todos lados. Y casi todos los que íbamos en el autobús urbano empezamos a reaccionar con asombro. Muchos como yo, no se imaginaban la tragedia tan grande que había sucedido. Seguía viendo por la ventana, y veía personas que todavía estaban en ropa de dormir. Muchos estaban llorando, y se les podía ver el dolor y la tristeza en sus rostros. 

El autobús empezó a tomar otras rutas alternas, y cada vez se desviaba mas de la ruta común que tomaba todos los días. Créanme que mi preocupación era llegar a tiempo al lugar donde trabajaba. Era una especie de sentimientos encontrados, porque no podía digerir todavía todo lo que estaba pasando. ¡De pronto!, fuera de la ruta acostumbrada, el autobús le tocó pasar frente al IGGS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social), tal fue mi asombro al ver las banquetas de toda aquella cuadra ante mi vista, con personas tendidas en el suelo. Muchas de ellas estaban heridas de gravedad, y otros buscaban sentarse esperando ser atendidas. Ante mí estaba un panorama escalofriante e inusual en la ciudad de mi país. El viaje continuó hasta que llegué a mi trabajo en la tienda de la 8va. Calle, entre la 9ª y 10ª avenida de la zona 1. Fue igual el asombro cuando entré a aquel lugar, al meterme en la conversación de los compañeros de trabajo que habían logrado llegar a la tienda. Todo estaba sobre el suelo, y por supuesto, a todos nos tocó trabajar poniendo en orden todo lo que se podía salvar del negocio. 

¿Que había pasado? Un terremoto de magnitud 7.5 había azotado la región. Se dieron cifras de mas de 27,000 muertos, y miles de persona heridas. Además, fueron millones de Quetzales (la moneda nacional), en pérdidas de propiedad y negocios. Todavía está el recuerdo, y creo que muchos como yo, reviven con tristeza todo lo que pasó aquella madrugada; y especialmente aquellos que perdieron a sus seres queridos. 

Nosotros somos gente que ha sufrido, somos valientes y emprendedores, no dejemos que nadie nos quite el impulso de sobresalir aun en medio de la adversidad. Recordar es volver a vivir, sí, pero no para lamentarnos, sino para sacar fuerzas y valor, y enfrentar de esa manera el presente. Tenemos un futuro por delante, y debemos vivir creyendo que nuestros sueños se harán realidad. 

El Salmo 38 en la Biblia, es un libro donde David recuerda todos sus vejámenes, el dolor y el sufrimiento en su vida. Sin embargo, al final del Salmo, él llega a decir las siguientes palabras: “Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío. No me desampares, oh Jehová; Dios mío, no te alejes de mí. Apresúrate a ayudarme, Oh Señor, mi salvación.” Salmo 38:15, 21 y 22.
Un día como hoy me propongo seguir hacia delante, mientras Dios me dé la vida y la capacidad para soportar; pero, sobre todo, voy a disfrutar lo que es la bendición de vivir. Quiero despertar y confiar en El, sabiendo que no me dejará ni me desamparará. 

Esto es algo de la información en el Internet: El terremoto de Guatemala de 1976 fue registrado el 4 de febrero de 1976 a las 03:01:43 hora local (09:01:43 UTC). El sismo tuvo una magnitud de 7.5 grados en la escala de Richter y se produjo a una profundidad de 5 kilómetros, cerca de la ciudad de Los Amates, en el Departamento de Izabal, a 160 kilómetros al noreste de la capital CIUDAD DE GUATEMALA; en solo unos segundos un tercio de la capital quedó reducido a escombros y miles de edificios colapsaron; el terremoto se sintió también en Belice, El Salvador, Honduras, y México, hasta donde se sintieron sus ondas telúricas en la Ciudad de México. También se ha registrado un gran número de réplicas, siendo las más fuertes las de 5,8, 5,7 y 5,2 grados.